22 de des. 2006

Playlist hogareña para invierno

Para los fieles, connoisseurs y aficionados, escrito en cinco minutos justos el día 22 de diciembre del 2006.

THE SILLY PILLOWS Music in my mind
KAREN DALTON Blues in the ceiling (y los dos LPs también, especialmente It’s so hard to tell who’s gonna love you the best, Light In The Attic Records)
KAMENBERT En Barcelona ya no hay nadie como tú (2cd, sobre todo “El autobús de Tom”, Flor y Nata)
COLLEEN Colleen et les boîtes à musique (cd Leaf)
LOVE Love (LP Sundazed-Elektra)
MOONDOG Moondog / Moondog 2 (cds BGO)
CLEAR LIGHT Clear light (LP Sundazed-Elektra)
THE SEA & CAKE Glass (cd Thrill Jockey)
PIPAS A cat escaped (cd Matinee)
DANA GILLESPIE Foolish season (cd Rev-Ola)
JOANNA NEWSOM Ys (2LP Drag City)
TUXEDOMOON Soundtracks / Urban leisure (cd LTM)
PHAROAH SAUNDERS Karma (LP Impulse)
THE ZEBRAS Worry a lot (cd, pero sobre todo “Marching”, Lost & Lonesome)
VV.AA. Impulse records compilation (RDL cd)
VV.AA. CD86 (2cd Sanctuary)
FRED NEIL Bleecker & MacDougal (LP Sundazed-Elektra)
DESTROYER Destroyer’s rubies (cd Acuarela)
L’ANA ÉS UN KOALA (maqueta)
OXFORD COLLAPSE Remember the night parties (cd Sub Pop)
LOS RÁPIDOS Los Rápidos (LP, EMI-Odeón, especialmente "Ruta del sur")
TOMMY KEENE Crashing the ether (cd Eleven Thirty)
SIBYL VANE Turismo de interior (LP B-Core)
COACH STATION REUNION Songs from 5 Eps (maquetes)
VV.AA. Sunday afternoon at Dingwalls (2cd, Ether, recopila Gilles Peterson, incluye canción de Weekend)
SELENITAS (1ª maqueta en cinta)
THE HIDDEN CAMERAS Awoo (LP, Rough Trade)
RAZORCUTS Storyteller (LP Creation)
LULU Melody fair (LP ATCO, especialment “I don’t care anymore”)
THE NEIGHBORHOODS The high hard one... (LP Enigma, especialmente “Arrogance”)
DAMIEN JURADO And now I’m your shadow (2LP Secretly Canadian)
THE PRIMATES We are the Primates (LP Voxx)
CLINIC Visitations (Domino)
VV.AA. Forever changes; the golden age of Elektra Records 1963-1973 (4cd boxset, Rhino)
THE EVENS Get even (Dischord LP)
JORDI SOLER Liebeslied (LP Edigsa)
ANNA DOMINO Anna Domino (LP Les Disques du Crepuscule)
CAROLE KING Rhymes & Reasons (LP)
PREFAB SPROUT Steve McQueen (LP, Kitchenware)
VIC GODARD Johnny Thunders (7”, Rough Trade Singles)
THE LA’S Way Out (7” Go!)
ZEITGEIST Ball of confusion (7” Jamming!)
Kiko Amat

28 de nov. 2006

Fiesta La Escuela Moderna 24 de noviembre

Un Listado de las canciones que pusimos los Hungry Beat en la celebrada fiesta del 24 de noviembre en el Espai Jove de l'Eixample. Nuestra política en acción: Tocaron Le Pianc + Porcioles (Astrud haciendo un repertorio breve compuesto únicamente por versiones y alguna rareza). Fue gratis. Se terminaron todas las bebidas de graduación (y eran baratas). Se bailaron los mejores discos de la humanidad. O sea, nuestros regalos.
O sea, estos:

Jose (más o menos)
CULT FIGURES: ZIP NOLAN
UNDERTAKERS: ILLUSIONS
TRONICS: FAVORITE GIRLS
HONEY BANE: GIRL ON THE RUN
35 MM. DREAMS: MORE THAN THIS
BAND OF OUTSIDERS: TOTE BAG LADIES
STEVE TREATMENT: TASTE YOUR OWN MEDICINE
TEENAGE FILMSTARS: SOMETIMES GOOD GUYS DON'T FOLLOW TRENDS
PERFORMING FERRETS: BROW BEATEN
BATHROOM RENOVATIONS: APATHETIC HELL
FUNBOY FIVE: LIFE AFTER DEATH
SARA GOES POP: MY PAL THE CROOK
THE TESCO BOMBERS: HERNANDO'S HIDEAWAY
AUNTIE PUS: MARMALADE FREAK
VERSATILE NEWTS: BLIMP
JELLY BABIES: ROLLERSKATE WITH ME
HOMOSEXUALS: SOFT SOUTH AFRICANS
HANDGRENADES: DEMO TO LONDON
METHOD ACTORS: THE METHOD
O LEVEL: EVERYBODY IS ON REVOLVER TONITE
SARA GOES POP: SEXY TERRORIST
BEARS: SHE'S MY GIRL
STEVE TREATMENT: CHANGE OF PLAN
TRONICS: LOVE BACKED BY FORCE
HONEY BANE: GIRL ON THE RUN
VIVIAN GOLDMAN: LAUNDERETTE

Uri (punker than GBH!)
ROBYN HITCHCOCK- The man who invented himself
THE THREE O'CLOCK- Happen happened
MC4- Running in darkness
- Who cares
THE NATION OF ULYSSES- N-Sub Ulysses
MUDHONEY- Pokin' around
MAGAZINE- Definitive gaze
DAG NASTY- Things that make no sense
THE BLACK HEART PROCESSION- Did you wonder
3- Swann street
UNREST- Cath carroll
NED'S ATOMIC DUSTBIN- Intact
SNUFF- Defeat
ZUMPANO- The party rages on
GOD- My pal
JULIAN COPE- Levitation (versió de 13th Floor Elevators)
FLESHTONES- Mirror mirror
OXFORD COLLAPSE- Molasses
Q AND NOT U- Collect the diamonds
THE CLIENTELE- My own face inside the trees
GAME THEORY- I've tried subtlety
REDD KROSS- Elephant flares
STONE ROSES- Mersey paradise
THE ENGLISH BEAT- Save it for later
fIREHOSE- Locked-in

Miguel
P.I.L.: Public image
The PRIME MOVERS: Revenge
HENRY'S DRESS: The way she goes
TYVEK: Mary Ellen claims
DUSTINS BAR ITZVAH: To the Ramones
LITTLE NELL: Do the swim
The DARLING BUDS: Burst
TERRY CUATRO: Chiripitifragiliboom
The REVILLOS: Motorbike beat
The LOCH NESS MOUSE: Double Whaamy!
FLAMIN' GROOVIES: Between the lines
The THINGS: I won't be there
The TELEVISION PERSONALITIES: They'lll have to catch us first
The JUNE BRIDES: Sick, tired and drunk
The UNDERTONES: It's going to happen
COMET GAIN: Baby's allright
STEREO TOTAL: Carte postal
The DAMNED: Wait for the blackout
The JAM: Start!
The TYDE: Look back in anger
The PASTELS: Crawl babies
BEACHWOOD SPARKS: Midsummer daydream
ALTERNATIVE TV: Action time vision
THESE ANIMAL MEN: Too sussed
TERRY CUATRO: Cabeza cuadrada
Los COYOTES: Cien guitarras
POP WILL EAT ITSELF: Mesmerized
BILLY CAFARO: Sola solita
Los SIREX: Yo grito
KICKER: Since you left
The PASTELS: I wonder why?

Kiko Amat
DEXY’S MIDNIGHT RUNNERS Dubious
STONE PONEYS Different drum
CALVIN JOHNSON Deliverance
ADVERTISING Ich liebe dich
NEW HEARTS Just another teenage anthem
MEMPHIS Aprés ski
THE FALL Lie dream of a casino soul
DUMMIES When the lights are out
THE ORCHIDS What will we do next?
NEWTOWN NEUROTICS Suzi (was a heartbreaker)
THE NIPS Gabrielle
THE FOUR TOPS Bernadette
THE NEIGHBORHOODS Arrogance
THE ROSEHIPS I shouldn’t have to say
THE FLESHTONES Another direction
ALTHIA & DONNA Uptown top ranking
LEE ROYE Tears
BOBO Mr. SOUL Hitch hike to heartbreak road
YVONNE BAKER You didn’t say a word
CHRIS CLARK From head to toe
MARTHA & THE VANDELLAS I’m in love (and I know it)
MAJOR LANCE That’s the story of my life
THE FOUR TOPS I just can’t get you out of my mind
A BAND OF ANGELS (Accept my) Invitation
DON THOMAS Come on train
JACKIE WILSON The who who song
THE MONTCLAIRS Hung up on your love
LAURA NYRO Lu
LOS PEKENIKES Tabasco
SYMARIP Skinhead moonstomp
THE SPECIALS Stupid marriage
SAMMY DAVIS JR. Up, up and away
DE LA SOUL Eye know
THE SLITS I heard it through the grapevine
THE BUFF MEDWAYS Troubled mind
KAMENBERT Sha la la la (Quiero que me encierren)
LONE STAR Nuestra generación
LE PIANC A bowl of worms
INCRUCIFICABLES Bendito A.T.R.A.S.O.

21 de nov. 2006

El flautista delirante

Pop psicodélico Muere Syd Barret, el visionario ex-líder de Pink Floyd, tras décadas de reclusión.

1. Odio a Pink Floyd. Ya sé, ya sé, no hace falta que me lo digan: A la cola. Odiar al Grupo Más Odiable del Planeta no es la afirmación de autenticidad más aventurada que he hecho. El odio a Pink Floyd es un odio gastado, como odiar la locomotora de vapor, el rapé o a los Carlistas. Pffff. Y sin embargo, es inevitable. ¿Por qué? Supongo que por esa seriedad pedante, por esa trascendencia pirotécnica, por el urticariante The Wall, por ese aburrimiento tan suyo. Un aburrimiento cruel, que hace que a los pocos minutos de escucharles empieces a preguntarte qué pasaría si te hincaras las llaves de la moto en la aorta. La única forma de combatirles es del modo que cuenta Giles Smith en su libro Lost in Music: tras mucho escuchar Dark side of the moon a oscuras, trascendentalmente, un día un amigo suyo decidió poner el colofón al último tema con un hilarante y despeinador pedo. “Apuesto a que nadie que estuvo allí se ha molestado en escuchar Dark side of the moon de nuevo”, afirma Smith. Fijo, fijo.

2. Nada de esto concierne a los otros Pink Floyd, por supuesto, los que lideró el legendario Syd Barrett. Esos son los buenos, si me permiten una afirmación de parvulario. El fallecimiento de Barrett este pasado 7 de julio (tras décadas de conmovedor retiro del mundo; luego les cuento) ha provocado sinfín de revisiones de su obra, y la conclusión de las mismas es que Syd era un genio, y los otros cuatro unos zotes que aún estarían versioneando a Muddy Waters de no ser por él.
Roger Barrett nació en 1946 en Cambridge, en el seno de una familia de clase media. Estudiando allí conoció a David Gilmour –el escurçó negre de esta sórdida historia- y a Roger Waters, futuros miembros de la banda. Ya en la Camberwell Art School de Londres, el recientemente bautizado Syd se unió a una sucesión Spinaltapiana de grupos de R&B con nombres de risa: Sigma 6, The Tea Set y The Abdabs. Sería una encarnación de los últimos (con Rick Wright a los teclados, Nick Mason a la batería y el mencionado Waters al bajo) la que se transformaría en The Pink Floyd Sound. El nombre, si son ustedes acumuladores de trivia pop, viene de la yuxtaposición de dos músicos de blues, Pink Anderson y Floyd Council. Con Syd, el R&B de papel de lija del grupo se transformaría en un nuevo sonido aplicado a canciones propias. Y qué sonido.
Las flors i violes de la historia se acercan. En 1967 The Pink Floyd fichan con EMI, y ese mismo año ve la aparición de tres singles: Arnold Layne, See Emily Play y Apples and Oranges. Los tres son máximos exponentes de lo que sería la psicodelia inglesa, que Barrett inventó casi en solitario: una mezcla de ciencia ficción y cuento infantil, Love y Beatles, pop de cabaret, Kenneth Grahame y Jonathan Swift, efectos espaciales, armonía ácida y acento inglés. Bowie ha declarado siempre que Barrett fue la primera persona que oyó cantar con inconfundible acento británico. Indeed.
Pero dijimos ácido. Hacia esa época, Syd había empezado a cogerle gusto al LSD, una decisión atrevida para alguien de cerebro delicadillo como él. ¿Un ejemplo? Ese mismo año, en una de sus apariciones en el mítico club psicodélico UFO, nuestro hombre se tiró en la cabeza un tubo de brillantina Brylcreem mezclada con tranquilizantes Mandrax para que desde el público pareciese que se le estaba fundiendo el cráneo; lo que es posible que estuviese sucediendo de veras, pero por dentro. Aquel verano, pese a ello, aparece The piper at the gates of dawn, su primer álbum. Si no lo han escuchado nunca, les envidio; pues ese disco suena como nada, y la primera escucha es un verdadero viaje de pop interestelar, un vistazo simultáneo a la infancia y el futuro, construido con las canciones más hermosas y raras del mundo: Lucifer Sam, Pow R. Toc H, Astronomy Domine... O sea, tan solo lean esos títulos.
David Gilmour, al que desde ahora llamaremos simplemente “Esa Rata”, entra como 2º guitarrista a inicios de 1968. En abril, miren ustedes qué coincidencia, Barrett es expulsado de SU grupo. La última canción que compuso para Pink Floyd (Jugband blues) aparecería en ese petardo inhumano que es Saucerful of Secrets, el primer LP post-Syd. El combinado Expulsión + Psicotropía + Psicosis termina por aplastar a Barrett que –esto va a romperles el corazón- continúa presentándose a los conciertos del grupo, sin comprender que ha sido despedido. Con todo, la locura de Syd parece avanzar en progresión paralela a su talento: en 1970 y 1971 graba en solitario The madcap laughs (producido con grandes remordimientos por Esa Rata) y Barrett, dos alterados pero conmovedores discos de pop quebradizo. El periodista Nick Kent dijo de canciones como Effervescent elephant, Octopus o Gigolo aunt que “existían completamente dentro de su propio mundo, como insectos raros o peces exóticos”. Desgraciadamente, en 1981 -prepárense para las lágrimas- tras años de creciente locura, Roger Barrett (sin el Syd) efectúa el viaje final a Cambridge, hacia la casa de su madre. Y -Dios Santo- lo hace a pie. No hay vuelta atrás para su Pynchonada; hasta su muerte este pasado julio, sus únicas apariciones fueron en los siempre delicados tabloides ingleses (“60’S POP STAR IN DEMENTIA SHOCK!”): un señor calvo, panzudito, de mirada abisal, a millas de distancia de aquel seductor flautista Pan de su juventud.
Pero el legado Syd Barrett, reivindicado hoy por cientos de artistas (Robyn Hitchcock, Paul Weller, Julian Cope, Jim Reid de Jesus & Mary Chain y, en resumen, cualquier músico con dos dedos de frente) continúa felizmente en plena vigencia. La pregunta que nos hacía en Dark Globe (“Won’t you miss me, wouldn’t you miss me at all?”), no necesita ya contestación.
Kiko Amat

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia el día 8 de noviembre de 2006)

20 d’oct. 2006

Mundo square (I)

Trabajo en el departamento de Publicidad de una multinacional alemana en un polígono industrial del extrarradio de Barcelona. No soy un "creativo" ni nada de eso, soy un "machaca", la última mierda de una larga cadena de ultimas mierdecitas. Soy lo que muy graciosamente ahora llaman un "mileurista". La jerarquía es agobiante. El trabajo es rutinario y asqueroso. Me aburro y pierdo 8 horas de mi vida aquí. Por eso, lo único que pido es poder aguantar todas estas horas sin que me hagan hervir la sangre de pura indignación cada 5 minutos. Pero no, trabajo rodeado de squares, que en algunos casos (2, más concretamente) son familiares de los Mossos de Esquadra. Agh! Las hipotecas, los inmigrantes, la inseguridad, las labores del hogar… todo ello es objeto de tertulias en las que se vierten opiniones que escandalizarían a Federico Jimenez Losantos (o como se llame).
Dos sobre los Mossos. La de ayer: "Mi cuñao es Mosso y me ha dicho que todos los Okupas son unos hijos de papá. Lo sabe por ha de llamar a sus padres cuando los detiene. Uno le dijo antes de detenerle que si podía coger antes su portatil. La mayoría tienen dos y tres carreras. Un día detuvo a un Okupa con los sobacos peludos y tenía como mascota una rata de cloaca. Y después dicen que están contra la "capitalización", y nosotros "la gente normal" hacemos lo que hay que hacer; trabajamos y nos empeñamos". Escalofriante, verdad? Pues no me he inventado nada.
Otra, la de la semana pasada: "Mi cuñao (el mismo de antes) fué de infiltrado a una mani de Okupas (yo también estaba, era la de No Tendrás Una Casa En La Puta Vida, y no soy okupa, pero bueno) y se tuvo que disfrazar como ellos. Pero les hizo todo de fotos con su móbil y luego vino a casa y nos las enseñó y nos moríamos de risa". Ganas de llorar /matar, no?
Pues bien, así están las cosas en mundo-square. En próximas ediciones, cómo el sindicato de Mossos les vende armas ilegales a sus afiliados.
Pd: Como consuelo final decir que los Mossos pagan los mismos alquileres que nosotros y que a) les hacen pagar el uniforme de su propio bolsillo y b) se tiene que comprar ellos el chaleco antibalas.

13 d’oct. 2006

Más Beat Hambriento en Sidecar

Un listado de la espléndida sesión de baile huno y destornille cervical que pinchamos los Hungry Beat el pasado 5 de octubre en el Cabaret Club de Sidecar. Estaba de baja Miguel, para quien fueron todos nuestros pensamientos. Previsiblemente, niñas bonitas nos pidieron Coldplay, White Stripes, Franz Ferdinand y otros ejemplos de épica inmundicia. Nosotros sonreimos, nos disculpamos y seguimos a lo nuestro. Sosprendentemente, todos bailaron al final.

Uri
THE FALL- The man whose head expanded
NEW ORDER- Procession
THE BEATLES- Rain
THE (english) BEAT- Save it for later
PURPLE OUTSIDE- After the springtime
VIPERS- Cheated and lied
THE LEFT BANKE- She may call you uo tonight
THE HEADLESS HORSEMEN- Just yesterday
fIREHOSE- Choose any memory
BIFF BANG POW- In a mourning town
THE PONYS- I'm with you
THE MIDDLE CLASS- Out of my hands
TV21- Ideal way of life
GAME THEORY -I've tried subtlety
EUPHONE- Wickedness
THE THREE O'CLOCK- Jet fighter
THE WOLFHOUNDS-Me
THE BONGOS- Video eyes
THE WILD SWANS- Revolutionary spirit

Jose
THE TESCO BOMBERS: HERNANDO'S HIDEAWAY
AUNTIE PUS: MARMALADE FREAK
VERSATILE NEWTS: BLIMP
JELLY BABIES: ROLLERSKATE WITH ME
HOMOSEXUALS: SOFT SOUTH AFRICANS
HANDGRENADES: DEMO TO LONDON
METHOD ACTORS: THE METHOD
TV PERSONALITIES: WHERE'S BILL GRUNDY NOW
O LEVEL: EVERYBODY IS ON REVOLVER TONITES
ARA GOES POP: SEXY TERRORIST
BEARS: SHE'S MY GIRL
STEVE TREATMENT: CHANGE OF PLAN
TRONICS: LOVE BACKED BY FORCE
HONEY BANE: GIRL ON THE RUN
VIVIAN GOLDMAN: LAUNDERETTE

Kiko
BEAT HAPPENING Sea Hunt
SNEAKY FEELINGS In the shape of a heart
MEMPHIS Aprés ski
2-3 All time low
THE FIELD MICE You’re kidding aren’t you
THE CHILLS I love my leather jacket
THE SLITS I heard it through the grapevine
LOOT Baby come closer
MINUTEMEN The anchor
THE BIRDS No good without you baby
THE BONGOS Glow in the dark
BLUE ORCHIDS The flood
DEXY’S MIDNIGHT RUNNERS ...And yes we must remain the wildhearted outsiders
URBAN VERBS Frenzy
THE DB’S Ask for Jill
THE DENTISTS Pallino
THE POOH STICKS Young people
SWELL MAPS Vertical slum
LUNG LEG Theme park
THE RUNAWAYS Cherry bomb
BLOOD SAUSAGE Fuck you and your underground
FIRE ENGINES Hungry beat
THE JUNE BRIDES In the rain
LUDUS My cherry is in sherry
THE SOFT BOYS Only the stones remain
THE BEAT All out to get you
LOS PEKENIKES Tabasco
JOHNNY BRITTON The one that got away
ESSENTIAL LOGIC Music is a better noise
THE BARBARIANS Are you a boy or are you a girl
STONE PONEYS Different drum
COLIN BLUNSTONE She loves the way they love her
ADVERTISING Ich liebe dich

Proximos pinchajes:
18 de octubre: Kiko Amat, en solitario (quizás con la ayuda de Miguel) poniendo discos gloriosos en el Festival Portátil (Le Petit Ramon, Les Philippes y Carlos Cros) en la 2 del Apolo.
26 de octubre: Negra Nit (Iu Adell, Jordi Geli i Kiko Amat) poniendo 6t's y 7t's soul, ska, funk, R&B, boogaloo y otras cosas oscuras en el Bar Las Guindas (c/ Sant Pau 126)
27 de octubre: Hungry Beat (Jose González, Miguel López, Uri Amat i Kiko Amat) viaja al festival Easy Pop de Andorra Teruel.

Salut i ritme famèlic a tots
Kiko Amat

2 d’oct. 2006

"BCN esta enladrillada"

Ja fa temps que ens haviem adonat que Barcelona s'està convertint per nosaltres com una ex-nòvia infidel, d'aquelles que encara estimes pels grans moments viscuts pero que al mateix temps odies a mort per les putades que t'està fent, pero aquest cap de setmana ha sigut per nosaltres com la definitiva bofetada a la cara. Diguem que em vist cara-a-cara la més crua realitat…
El divendres a les festes de la Barceloneta diables, orquestrines i diversió una mica amarga a l'adonar-nos de l'especulació i la gentrificació que s'està imposant al barri. Hi ha lluita veïnal pero no podem evitar una certa desesperança pensant el que ha passat (i està passant) a d'altres barris obrers de la ciutat.
El dissabte, agre-dolç. Manifestació pel dret a la vivenda digna i contra l'especulació. Gran eufòria per la de gent que hi havia i el boníssim ambient, a la vegada depressió total per moltes de les dades que es van dir per megafonia en diferents llengües per que els turistes se n'assabentessin: centenars de milers de persones desplaçades a l'extrarradi per culpa de l'especulació des dels jocs olímpics, extorsió i xantatge per part de les immobiliaries (mobbing li diuen els mitjans de comunicació neo-lliberals), el preu de la vivenda que puja i puja, els sous que baixen, baixen, etc, etc.
Diumenge "no quieres caldo, toma dos tassas". Primer ens va resultar del tot impossible arribar al Mercat de Sant Antoni perque la Moritz, en una de les seves táctiques de marqueting deslleial, regalava un aperitiu gratuït per els barcelonins. Fins aquí bé. Que regalin coses per guanyar-se el mercat de la competencia, vale… així van les coses en el Mercat Lliure. Pero que tallin una avinguda gegant com la Ronda Sant Antoni per motius purament comercials ja no ens sembla tant bé. Es la invasió dels espais comuns per part de les corporacions de la que ens parlava extensament Naomi Klein a "No logo". Ja se sap, fer una pintada al Metro que posi "PUTO CLOS" es un delicte gravíssim penat per la llei, pero convertir una estació de Metro gegant en una gran botiga de Nike, amb altaveus a tota merda, gent fent aeròbic, i missatges comercials se suposa que es una cosa meravellosa que dona ambient i diversió a la ciutat.
Pensavem que ja havia passat el pitjor, pero quan vem arribar als encants del llibre del Mercat de Sant Antoni, una llibrera molt mona que te un gran assortiment en llibres àcrates, ens va recordar el que es viure a una ciutat fashion i superficial com és Barcelona. Us enganxo el que es diu desde els mitjans oficials: " (…) La neteja de cara també afectarà els encants de roba i la Fira del llibre antic que es fa cada diumenge. Aquests seguiran emplaçats al mateix lloc, però es dignificarà i modernitzaran les seves instal·lacions per adequar-les a nous usos i noves necessitats." Crec que a hores d'ara tots sabem el que significa per els porcs dels polítics "dignificar" i "modernitzar": el que van fer amb els xiringuitos de la Barceloneta, el Born, el Fòrum, Diagonal Mar, la muntanya de Montjuïch, tot el que no sigui "maco", modern i fastigosament asèptic. Els de les parades haurán de pagar quantitats exhorbitants per mantenir els seus llocs, amb el consegüent filtre econòmic que suposarà. La gent humil que hi ha sigut tota la vida ja no es podrà permetre conservar la parada i en el seu lloc arribaràn "els de sempre".
No sabem encara com reaccionarem davant de tots aquests atacs a la única Barcelona que estimem, la de la gent del barri, pero tingueu clar que no ens quedarem creuats de braços.
Seguirem informant.
Com sempre us podeu posar al dia als llocs de sempre: Indymedia BCN, el diari de contra-informació Directa, Illacrua, etc.

21 de set. 2006

El Maquiavelo situacionista

Novela Una obra ficcionaliza a los integrantes de la Internacional Situacionista y otra recopila textos de su líder, Guy Debord.

Guy Debord es como un novio intenso y a la vez aficionado al cuerneo; uno cae enamorado de él de manera fulminante, pero al tiempo va quedando claro que ese romance extático no será duradero. Todo suele empezar en las páginas de Rastros de Carmín, una “historia secreta del siglo XX” en la que Greil Marcus une el punk, dada, los anarquistas del año 1000 y –por poco- la tuna. En medio de ese funambulismo teórico, el neófito se topa con los situacionistas, el fascinante grupo subterráneo de agitadores borrachos de vanguardia que capitanea un tal Debord con bemoles de adamantium. Desde ahí, como un putxinel·li de frenética obsesión ‘situ’, el recién llegado descubre las recopilaciones editadas por Sadie Plant y Stewart Home, la bombástica biografía de Debord (The game of war, de Andrew Hussey) y todos los trabajos del grupo. Esto último acostumbra a provocar una jaqueca de proporciones Nagasakianas, especialmente La sociedad del espectáculo de Guy Debord, un críptico librito que mezcla Hegel y Marx con crítica destructiva a la sociedad moderna y que recomiendo leer con Ibuprofeno industrial a mano.

De todo ello se aprende que los situacionistas eran un grupúsculo de terroristas culturales que surgían de la Internacional Letrista. La Internacional Situacionista (S.I.) se fundó en 1957, y sus preceptos iniciales eran la superación y supresión del arte, formulación de un nuevo urbanismo, acabar con el espectáculo de comodidades del capitalismo, guerra a la pobreza moral de la vida diaria, y beber vino temerariamente. Sus principales figuras eran Raoul Vaneigem y Guy Debord. El primero, por ser gordito, belga y menos dado a la purga, ha quedado relegado a un segundo plano (a pesar de que su Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones es, en mi opinión, la mejor obra situacionista), así que nos queda Debord. Una especie de “Oliver Reed hegeliano” (como dijo Hussey), maquiavélico, aristocrático y automitológico, fantasioso y testarudo, apasionado y obsesivo. El prototipo de primer amor mezquino pero fascinante, en suma.

Con los años (¡ay!) se empiezan a detectar contradicciones insalvables en la supuesta crítica “total” de los situacionistas. Se descubre también que, aunque Debord clamó haber originado los hechos del Mayo del 68, esos meses en los que parecía que en Paris hubiesen llovido coches calcinados, lo cierto es que los situacionistas no fueron sino un apéndice de la revuelta. Es cierto que se utilizaron muchos de sus slogans, pero la gran mayoría de los participantes lanzaron sus adoquines en oposición al Plan Fouchet del sistema educativo (los estudiantes) y al Quinto Plan económico (los trabajadores). Si hubo algún líder del asunto no fue Debord (hubiese sido una risa) sino su archi-Némesis Daniel Cohn-Bendit. Lo mejor del caso es que, a pesar de lo mencionado, al final a Debord se le perdona casi todo; quizás por su intensidad, o porque su explicación de las cosas era mucho mejor.

Hoy celebramos la publicación por parte de Anagrama de dos libros para completistas del situacionismo. El primero es una novela de Michèle Bernstein, la entonces novia de Guy Debord y miembro de la SI, y fue escrita con el único fin de recaudar fondos. Su encanto reside en que los protagonistas son indudablemente ellos mismos: se pasan el día peleándose con amigos y conspirando adheridos al Ricard, y el personaje de Guy (“Gilles”) no cesa de soltar chulapadas grandilocuentes que son pura Debordiana. El efecto de leer la novela es parecido a desenterrar footage inédito de tu grupo favorito tocando tu canción favorita, como una polaroid cobrando vida. La novela, además, está bien escrita. En cuanto a El planeta enfermo, junta tres textos independientes de Debord; de ellos, el más interesante es el análisis de las revueltas negras de Watts y el menos El punto de explosión de la ideología en China, para el cual –perdonen el ripio- tendrán que sacar la aspirina.
Kiko Amat

Todos los caballos del rey
Michèle Bernstein
135 páginas. Traductora: María Teresa Gallego Urrutia.

El planeta enfermo
Guy Debord
89 páginas. Traductor: Luis Andrés Bellow
Anagrama

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia el día 20 de septiembre de 2006)

El hombre antiestático

Pau Riba En septiembre se celebran los 35 años del lanzamiento de Dioptria, el mejor álbum de pop catalán de todos los tiempos.

Butifarra. Para usted, usted y también usted. Butifarra para las autoridades, los squares, y butifarra para el establishment en pleno. Butifarra es lo que Pau Riba ha significado desde su primera aparición en la constelación musical ibérica y catalana: un doloroso corte de mangas a la pusilanimidad de la cultura oficial. Se lo digo ahora, subido a una silla, y se lo diré una y otra vez hasta que me escuchen: Pau Riba es uno de nuestros primeros punks. No el punk de masa encefálica deficiente y slogan barato, por supuesto, sino el verdadero punk psicodélico de mazazo orgulloso contra el conformismo. Y del mismo modo en que la revista Bomp! realizó una encuesta en 1976 llamada “Vota por tu punk favorito” que incluía a Little Richard o Jerry Lee Lewis, es hora ya de celebrar a los auténticos punks locales. Y Pau Riba, claro, es nuestro mejor punk ácido, alguien que se arriesgó con monumentales butifarras de pagès en una época en que muchos se miraban los zapatos pretendiendo que “todo iba bien”. Permítanme que, aprovechando el 35 aniversario de su primer LP Dioptria, le rinda homenaje con algo de historia y un par de hip, hip, hurras.

Pau Riba, nieto del poeta Carles Riba, nació en 1948 en Palma de Mallorca. No voy a apuntarles nada de su infancia porque ignoro qué serie de factores forjaron al rebotado Puck, así que saltaré hasta el momento en que no fue aceptado como miembro de Els Setze Jutges, ese conjunto folk de señores envarados que parecían haber engullido escobas vía rectal. La parálisis estilística que sufría el principal grupo de música catalana provocó el nacimiento de El Grup de Folk en 1967 con el propio Riba, Jordi Batiste, Sisa y otros. De él brotarían Pau i Jordi, el dúo que Riba tenía con Jordi Pujol, y paralelamente la carrera en solitario de nuestro chamán preferido. Ya en los dos primeros singles de Pau Riba como tal, Taxista (1967) y L’home estàtic (1969), ambos con portadas diseñadas por él mismo (Riba sería durante años el grafista de Concèntric), se empieza a percibir a un artista folk que no tenía la menor intención de quedarse en el encorsetamiento de Pete Seeger. Riba admite en la contraportada que lo que buscaba no empezó a tomar forma hasta que hubo escuchado “muchas canciones beat, muchas canciones blues, muchas canciones pop, muchas canciones jazz, muchas canciones rock, muchas canciones soul”. Por supuesto, “Taxista” y “L’home estàtic” son dos de los mejores temas pop catalanes ever. Añádanlos a las versiones de Eurogrup, al “Verda” de Quico Pi de la Serra, al Miniatura (Riba aportaría su emocionante y Pentangleana “Al matí just a trenc d’alba”), al primer single de Màquina! y al Ovidi más cabreado y se darán con un canto en los dientes pensando que esa cultura acabó desembocando en la infinita basura de Sau y Sopa de Cabra. Menos mal que al final aparecieron Antònia Font, que si no...
Pero Dioptria. Dioptria es una obra maestra, un álbum conceptual cuyo tema central es -como diría el artista años después en una entrevista- “la ceguera de la gente, no física sino mental por todos los clichés que acaban tapando la realidad”. Dioptria, esa pintada en la pared contra la hipocresía burguesa, es un disco tematizado a la altura del Ogden’s nut gone flake de los Small Faces o el Village Green Appreciation Society de los Kinks (quien mencione el Sgt. Peppers va de cara a la pared). Poco importa que la revista Enderrock lo haya elegido “el mejor disco de rock catalán”; considerando los artistas que suelen salir en ella, esa sería precisamente una buena razón para no escucharlo jamás. Lo realmente importante es la calidad musical y humana del disco, las fenomenales letras, los detalles milimétricos (ese órgano Hammond aquí, esos grillos eléctricos allá, los cristales rotos de “Noia de porcellana”), la belleza de su portada y diseño. Dioptria, digámoslo ya, podría estar entre lo mejor de la tropicalia brasileña (el propio Veloso lo citó elogiosamente en 2005), del acid rock californiano y de la psicodelia inglesa. El desafino celestial de la mencionada “Noia de porcellana” podría pertenecer al Oar de Skip Spence. “Kithou” encajaría de narices en el primero de Buffalo Springfield o Moby Grape. Las armonías vocales de “Helena desenganya’t” no desmerecen de las de Free Design o American Spring. ¿Y las entrañables anécdotas que acompañan al LP? El intento de Riba de que los colores de las hojas interiores formaran una bandera republicana; la aparición como álbum doble en dos entregas (de ahí los dos años de edición, 1970 y 1971); la portada de Otto Runge; la nota que –en un arrebato de alarmante miopía cultural- añadió el dueño de Concèntric intentando explicar las poéticas palabras de Riba (de esto se desquitaría Riba en 1978 añadiendo una contranota en la reedición del álbum); y finalmente las negativas del Liceu y el Palau de permitir que se presentara en sus escenarios, y la butifarra real, adornada con una senyera, que les envió Riba como respuesta. Tras Dioptria, Riba continuaría con una carrera siempre desafiante e inventiva, pero aquel álbum continuará siendo irrepetible como la butifarra gloriosa y ácida que es. En lugar de esperar 35 años más, recomiendo celebrarlo a diario.
Kiko Amat

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia el día 30 de agosto de 2006)

Adiós a los hits irreverentes

Revistas musicales Rolling Stone celebra su número 1000 y Smash Hits se despide tras 30 años de frescales artículos pop

Este pasado marzo la revista Rolling Stone llegó a su número 1000; disculpen si no me emociono. Para celebrar el aniversario, sus editores decidieron lanzar una edición especial con los artistas más representativos que habían sido portada unidos en una pompo-lujosa cubierta en 3-D (“a lo Sgt. Peppers”). O sea, un quién-es-quién de los personajes más engreídos y dañinos del rock, como premio a estos por haber deformado su concepto hasta la total irreconocibilidad. He de admitir que la noticia me hizo recordar la existencia misma de Rolling Stone; durante toda mi vida, la visión de un ejemplar en el quiosco me había creado sensaciones parecidas a las que tendría viendo a un dodo o un arqueopterix -o cualquier otro animal extinto- en el escaparate de una pajarería: Ah, ¿pero éstos aún...? Y a continuación: ¿Por qué?
Dejen que –conteniendo la irritación que me invade- les cuente su historia, y así quizás comprenderán mi natural rechazo a esa revista. Su legendario editor Jan Wenner (cuya edad mental situaba The Observer cercana a los 11 años) fundó el magazín en 1967. Desde sus más blandurrios inicios, RS fue el espejo de las ideas políticas de Wenner, al que podríamos definir sin temor como el arquetípico “american liberal”; es decir, el pusilánime estadounidense medio, defensor a ultranza de la ley de mercado y el capital, pero con algo de izquierdismo cosmético de buen rollo. Así, RS fue decididamente anti-guerra de Vietnam, pero a la vez las mujeres no pudieron acudir durante años a las reuniones editoriales y el tema de la América negra era tabú (Wenner declaró una vez célebremente que la muerte del Reverendo King “significaba poco o nada para la mayoría del pueblo americano”).
Vomiten ahora, por favor.
En cuanto a música, Wenner y Rolling Stone eran igualmente cerriles. En sus páginas se loaba a Eagles, Grateful Dead, Lennon, Rolling Stones y otros caraduras del paleo-rock, a la vez que se ignoraban por completo el punk, la escena de Seattle y –cómo no- el hip hop. Hacia la década de los 90, su orientación era descaradamente pro-rock licuado MTV y pro-Reagan, y hacia el final de la misma década no podían venderlo ni como envoltorio de bocatas de atún. ¿Cómo es posible entonces que Rolling Stone haya sobrevivido hasta hoy?, se preguntarán. Alguien –Wenner, posiblemente- se dio cuenta de que el punto máximo de ventas a finales de los 60’s fue el que coincidía con el conflicto de Vietnam. De ahí se pasó a la ecuación: Guerra + politización = $$$$$. En efecto, el actual posicionamiento anti-guerra de Irak le ha reportado ya a RS 250.000 nuevos lectores. Apuesto a que Wenner está rezando por el estallido de la IIIª Guerra Mundial.

Smash Hits
Al lado de los fastos imperiales del Rolling Stone #1000, la desaparición de la revista inglesa Smash Hits este pasado 13 de febrero ha sido tomada por el público como una simpática nota al pie. Su muerte se ha tomado como durante 30 años se percibió la propia revista en ambientes rockistas e intelectuales: en cachondeo. Pero dejen que les cuente un par de cosas, que tengo excedente de lanzas para romper. Smash Hits –que una explicación apresurada y blasfema podría llegar a comparar con nuestro SuperPop- era mucho más que una revista de pop tontaina para adolescentes cursis. Desde sus inicios –y mientras las publicaciones teen de aquí hablaban del monigote de Bosé, de ABBA o de italianos con jerséis rosa pastel- la revista inglesa abrazó el punk (entrevistaron a Sex Pistols, Clash e Ian Dury, y dejen que aquí ponga !!!), tuvo una sección de indie (en su estado primigenio y rebelde: su Top 10 de entonces incluía a Orange Juice y Swell Maps) y, en un momento en que revistas musicales “serias” como New Musical Express y Rolling Stone eran obstinadamente anti-sonidos negros, una sección de música disco. Permítanme un inciso fugaz: la disco music es algo mucho más revolucionario que lo que se suele creer. Les remito a los formidables trabajos Last night a DJ saved my life de Bill Brewster y Frank Broughton o el ensayo “1979: In defence of disco” de Richard Dyer para lecturas distintas de su inherente faceta anti-ídolos y pro-comunidad.
Ya en los 80, la política de Smash Hits se enfocó hacia los teen idols, los nuevos románticos o la factoría Stock/Waterman/Aitken de Kylie Minogue, Jason Donovan y compañía. Pero incluso así, Smash Hits supo alejarse de la norma. Como señaló Alexis Petridis en un artículo para The Guardian, mientras la prensa musical tradicional se volvía cada vez más pretenciosa (“en NME no podían criticar el nuevo single de Shakin’ Stevens sin mencionar a Roland Barthes, Wyndham Lewis e Ingmar Bergman”, apunta jocosamente Petridis), Smash Hits aún comprendía lo que significaba el pop. Su tono era siempre irreverente, mofándose -mediante la ironía y las bromas privadas- de cualquier afectación en sus artistas: a Chesney Hawkes le hicieron aparecer con una cacerola en la cabeza, in-joke con el que se representaba a los cantantes desesperados y algo patéticos, el Let’s dance de Bowie recibió la crítica “Bien... aburrido. ABURRIDO ABURRIDO ABURRIDO”, Paul Weller era humillado número sí, número no. La revista buscaba, resumiendo, una celebración del pop como formato instantáneo, excitante y completamente opuesto al arte serio. Que Smash Hits haya desaparecido (coincidiendo con el envaramiento de una época en que incluso el más lerdo de los cantantes hace un curso de relaciones públicas) confirma definitivamente la muerte del pop comercial como lo conocimos. Espontáneo, chapucero, insolente y plagado de calcetines coloridos. R.I.P.
Kiko Amat

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia el día 6 de septiembre de 2006)

25 d’ag. 2006

Quintos y aceitunas, té y chips

Cafes clásicos El libro Classic cafes les ruega: No dejen morir el café de toda la vida (o la bodega de la esquina)

1. El Pentatló del Quinto: Una ruta de resistència psicogeogràfica per la bodega clàssica de Gràcia celebró su primera edición a inicios de este verano pasado, organizada por un fanzine barcelonés. La estructura de esta furiosa Pentatlón (una ruta-deriva kamikaze por todos los bares de corte clásico del barrio de Gràcia) obedecía a un fin que iba más allá de conseguir unos cuantos espléndidos patatuses etílicos y un par de hemorragias nasales. Se trataba de celebrar la bodega de siempre frente a un entorno que busca su aniquilación, como un gesto de sublevación de una cultura (la de usted y la mía, y la de cualquiera que prefiera un quinto y unas aceitunas a un ‘Reducido de pedos de alondra sobre lecho de jazmín hervido’) en estado de perpetua retirada. La bodega obrera tiene muchos enemigos, es cierto; quizás sea por su pinta “pobre”, por su minimalismo working class, en una época en que nadie cree serlo. Quizás sea porque se interponen en el camino del progreso: ese progreso de debasement cultural, gentrificación urbana, destrucción comunitaria, Starbucks e Ipods que afirman que será mucho mejor para usted y para mí. ¡Ja!

2. El aliado natural de la bodega de barrio es el cafe inglés. Ese ilustre bar de desayunos y almuerzos sin licencia para vender alcohol que recientemente ha sido celebrado en el magnífico libro de Adrian Maddox, Classic Cafes. Irónicamente, esta beligerante defensa del cafe de toda la vida tiene su origen en Barcelona; fue aquí, a mediados de los ochenta, donde el autor se quedó prendado de los bares y bodegas antiguas del Barrio Chino. En aquella década, y comparado con Londres, la cantidad de estos establecimientos inmutables, baratos, clásicos, era altísima. Tiene gracia (o ninguna) que la situación haya dado un giro completo: en Londres hoy se preservan celosamente estos templos del saber callejero, mientras que en la Barcelona de Clos se libra una encarnizada guerra por su limpieza total. Barcelona es “la botiga més gran del món”, y en esa botiga no caben tugurios anticuados ni muertos de hambre tomando cerveza barata. Ya lo saben.
El autor alardea de poder distinguir un classic cafe a 100 metros, lo que no es difícil de creer: los tipos de letra Helvética o Univers en el cartel, los menús descoloridos por el sol, las cortinas mugrientas... “En una era de inertes braserías temáticas y cadenas de cafeterías americanas en multiplicación”, apunta el autor, “[los cafes] preservan una calidad conmovedora de la vida inglesa: esa sosez por antonomasia que está a medio camino entre las aspiraciones malogradas de Billy Liar y el permanente abatimiento de Tony Hancock”. La mención a estos dos personajes no es casual. Al entrar en un cafe inglés, mil imágenes similares de cultura británica de posguerra acuden a la mente: Angry young men, teds bailando alrededor del jukebox, beatniks del CND en trenkas leyendo a los existencialistas, Quentin Crisp, Colin McInnes y Colin Wilson, Nell Dunn, Expresso Bongo... En un café clásico, lo mismo que en una bodega catalana, uno siente que podría estar en cualquier época: 1939, 1959, 1963; o mejor, en una mareante mezcla de todas ellas. Ése es el valor psicogeográfico incalculable que poseen: sentado en bodegas de barrio, uno efectúa lo que es indudablemente un viaje místico a otros tiempos. Los edificios, los bares (ya lo decían los situacionistas) son almacenes de valiosos recuerdos a los que no se puede acceder de otra forma. Un cafe -como una canción, como un pasaje de libro- es una escotilla de apasionada inmersión hacia otro mundo.
Ese mundo empieza en 1650, con la apertura en Oxford de la primera coffee house. Hacia 1690 hay ya 2000 de ellas, y son tan populares como foros de discusión y debate que se las llama “penny universities”; para todos aquellos que han desarrollado una educación no-universitaria a base de charlas en bares no hará falta explicar este punto. En 1790 el ataque de las tabernas amenaza su supervivencia, pero en 1880 vuelven a resurgir con la aparición del movimiento de templanza, que trata de alejar a los trabajadores de la influencia del alcohol. Cada nueva etapa deja una impronta imborrable en el cafe: en 1654 la té-manía de Holanda lo populariza en los cafés (que pasan a llamarse tea rooms). En 1688, los hugonotes escapados de Francia abren best rooms en los que por vez primera se sirve comida (inmunda seguro, pero eso es irrelevante). A principios de siglo, con la cosmópolis del Soho consagrada ya como centro de la bohemia, se popularizan los cafes con diseño y mobiliario europeo-contemporáneo. De 1930 a 1950 aterrizan en Inglaterra las tres grandes influencias que acaban de conformar el café clásico: los milk bars americanos, los wimpys (hamburgueserías o diners) y los espresso bars de los inmigrantes italianos. Sus detalles crean ese look moderno de mitades de siglo que aún conservan hoy algunos de ellos: Formica a destajo, apoyapié metálico, Vitrolita aquí y allá, skai de colores primarios en banquetas y sillas, estética curvilínea, color y vitalidad. El primer espresso bar se abre en el Soho en 1953 (el Moka, en el 29 de Frith Street), y su apogeo cultural son los cincuentas y sesentas, con la aparición del fenómeno teenager, el jazz, mods y rockers... “The age of affluence”, en suma.
Cincuenta años después, su presencia es cada vez más escasa y, como sucede con las bodegas clásicas de aquí, su antiguo lugar lo ocupan bares de cadenas indistinguibles, vulgares, F-E-O-S. Es difícil entender por qué. Es obvio que no hace falta arreglar las cosas que no están estropeadas.
Kiko Amat

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia el día 23 de agosto de 2006)

Hambriento beat

Novela Tres libros de Ginsberg, Burroughs y Neal Cassady vuelven a poner de actualidad a la Beat Generation

El ritmo lo es todo, y toda la música de la América negra es ritmo; ese ritmo sincopado, ese 4/4 infernal, crudo, onomatopéyico. Incluso sus nombres propios son rítmicos: “Hip hop don’t stop”, “bop till you drop”, Rhythm’n’blues, jazz, cool, Art, Babs, Bud, Fats, Bird... Ese ritmo natural bop-bop-bop es el pulso de la vida, ni más ni menos; coloquen ese ritmo en prosa, y obtendrán una literatura tan cargada de VIDA que se les va a incrustar en el gaznate y, hasta que no la saquen a patadas, ahí se va a quedar. Por supuesto, de eso trataba toda la generación beat; de estar consumido por ese ritmo hambriento y expulsarlo en exabruptos automáticos de palabras a mil por hora. “Prosodia de bop espontáneo”, lo llamó Allen Ginsberg al intentar definir el estilo de Kerouac, y eso es exactamente lo que es. Prosodia. De. Bop. Espontáneo.
Los detalles históricos de la Beat Generation son ampliamente conocidos. Una generación parecida a la Lost Generation de Hemingway, Ezra Pound y F. Scott Fitzgerald cuyo trauma fue la segunda guerra mundial en lugar de la primera. Allen Ginsberg, Jack Kerouac y William Burroughs: Tres chicos de clase media-alta, profundamente asqueados por los valores de sus clases natales y a la vez fascinados por el submundo, las drogas y, claro, el jazz. Nada en los beats puede explicarse sin el jazz; incluso su nombre –aunque también se asocie con “cansado”, “beatífico” u otros significados de la palabra- suena a ritmo. Es ritmo. Así, al igual que los angry young men ingleses de Wilson y Osborne, los beats desarrollaron un estilo confrontacional, emocionante, lleno de velocidad y rabia. Un estilo que se ejemplifica con Kerouac escribiendo En la carretera en un rollo seguido de telegrafía para no interrumpir el discurso mental, ardiendo en llamas de benzedrina; o con El almuerzo desnudo de Burroughs, todo frases enlazadas, imágenes opiáceo-Blakeanas, angulosidad y ritmo. Siempre ritmo: Beat-beat-beat-beat.
Recientemente, todos sus fans hemos recibido con algarabía la publicación simultánea en Anagrama de tres títulos de la generación beat, de la que también es inmenso fan Jorge Herralde, su editor. Al menos uno de esos títulos (Aullido, de Allen Ginsberg) es imprescindible, y reúne en sus escasas páginas todo lo que tiene de bello y punzante el rollo beat. Aullido es un poema de 1949 que Ginsberg dedica a Carl Solomon, un amigo del psiquiátrico de Bellevue donde ambos estaban internados y cuyo tratamiento de shock instigaría la escritura del mismo (su célebre comienzo “He visto a las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura” habla por sí solo). Es poesía de lo vivido, llena de palabras atropelladas e imágenes brillantes (“hipsters con cabeza de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con la estrellada dinamo de la maquinaria nocturna”), donde cada frase rezuma bop y anfetamina, cabreo y sexo. Quizás no fuese el primero en hacerlo (los surrealistas llevaban tiempo practicando la escritura automática, después de todo), pero Ginsberg sí fue el que sublimó esta poesía honesta y acelerada, rebelde por definición. ¡Santo el Apocalipsis del bop!, como diría el propio autor.
Los dos libros restantes son apéndices para completistas, y serán más o menos necesarios dependiendo del fanatismo beat del lector. Las cartas de la ayahuasca, publicado originalmente en 1963, es un volumen de correspondencia entre Burroughs y Ginsberg, en su mayor parte crónicas del viaje que realizó diez años atrás el primero en busca del yagué o ayahuasca, la famosa planta alucinatoria. Está magníficamente escrito y es a la vez adictivo e hilarante (empieza con la frase “Querido Allen: Me paré aquí para que me sacaran las almorranas. Me pareció que no procedía volver a instalarse entre los indios con almorranas”). El primer tercio, por otra parte, es el libro que escribió Neal Cassady, aquel forajido parloteador, fornicador y cachas que sería ídolo de los beats (acabaría plasmado en el Dean Moriarty de En la carretera, el NC, “héroe secreto” de Aullido, etc.). Por desgracia, con toda su furia vital y su hemoglobina en ebullición, el bueno de Cassady no podía escribir ni para salvar su vida, que dicen los ingleses. Quizás fuese un genio redactando cartas emocionantes (Kerouac admitió la gran influencia de éstas), pero por una u otra razón al llegar a este libro su estilo se había vuelto encajonado y somnífero, y el tema, aunque interesante (su infancia en la América de la depresión), quedó ofuscado por descripciones demencialmente largas; decididamente, nadie necesita 3 páginas detallando el camino al colegio. Lo que sí consigue El primer tercio es responder a la propuesta que En el camino el Cassady de ficción le hacía a Kerouac. ¿Recuerdan cuando dice “Vengo a pedirte que me enseñes a escribir”? Ahora sabemos que no funcionó.
Kiko Amat

Aullido
Allen Ginsberg
Anagrama, 2006
93 páginas

Las cartas de la ayahuasca
William S. Burroughs, Allen Ginsberg
Anagrama, 2006
107 páginas

El primer tercio
Neal Cassady
Anagrama, 2006
270 páginas

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia el día 18 de agosto de 2006)

Lleida también fue pop

Lleida ye-yé Un nuevo libro desvela la olvidada escena musical de Ponent durante la década de los sesenta.

1. Las ideas de las madres son emergencias. Hace escasos minutos acaba de llamar la mía, bendita sea, para preguntarme sobre la letra original del “San Carlos Club” de los Sirex. No es precisamente lo que se define como “urgencia”, no. Pero, saben, es mi madre. Así que le respondo que es una trascripción libre (¡Qué digo! Totalmente inventada) del “Route 66” que popularizaron los Rolling Stones. En la versión Sirex se habla del local barcelonés que el grupo frecuentaba (“Es un club muy pequeño, pero bien / Y la gente se divierte con el chek” –querían decir shake, pero da igual), la rutina de citarse con chicas, los bailes, cosas así. El valor de todo ello, le cuento a mi ya aburridísima madre, es la localización a la que “Route 66” es sometida. De repente, ya no es un mondongo ininteligible sobre jaiweis y cadillacs foráneos; al mutar en “San Carlos Club” se convierte en un trozo de vida del fan condal. O sea, no importa lo humilde que sea un artista; si no habla de la existencia de uno, sus letras se vuelven lejanas, ajenas. Por eso en su oda a las escenas locales “History lesson Pt.2”, el grupo punk Minutemen menciona a sus amigos por el nombre, y al hablar de sus grupos favoritos dice: “Esto es Bob Dylan para mí”. Para mucha gente de Barcelona, Salvajes y Cheyenes fueron sus Beatles y Stones. Y para mucha gente de Lleida, ¡Click! Mi madre ha colgado.

2. Como decía, Lleida tuvo una vibrante escena pop en los sesenta, aunque nadie se acuerde de ello. A esta amnesia contribuye el hecho de que escasos de sus grupos llegaron a grabar, lo que da una idea del nivel de sacrificio y animosidad general del que estamos hablando. En esta década en que cualquier insignificancia-con-bambas saca discos y tiene instrumentos caros, es difícil imaginar lo que representaba imitar a los Kinks en Balaguer, por decir un lugar inhóspito; mil imágenes de máquinas de rapar cabezas acuden a mi mente. Pero ustedes no se preocupen, que gracias al enciclopédico y lujosamente editado librazo Quan Lleida era ye-yé todas nuestras dudas van a solventarse.
Quién: En un principio, como pasó en toda España, el pop tuvo que pasar por los ya conocidos estadios de canción ligera franco-italiana, instrumentales a lo Shadows y rock’n’roll tímido, hasta llegar a los Beatles, que es cuando la gente pierde definitivamente la calma y aparecen grupos mil. Si los tuviésemos que separar por ropas relucientes, en un lado estarían The Crows (los más elegantes, nada que envidiar a grupos de beat-mod europeo como Motions o Smoke), PJ4 (medio Star Trek, medio cool garajero), Inwers (con capas de Drácula a lo Count 5), Balar’s (según el libro, pioneros de la camisa de paramecios) y Joan i Jordi (a pesar de su nombre kumbayá, avanzadísimos en lo estético-musical). En el opuesto estarían las orquestinas que se apuntaron a lo ye-yé, como los Linces (grotescos; uno de sus miembros parece el difunto padre de Julio Iglesias), Balar’s (traje de cuero integral, no digo más), Juvent’s (toscos agricultores de mejillas rosadas), Ramos (otro Julio Iglesias Senior; ¿sería el mismo?) o los hilarantes Conjunto Mendelmort. En medio de ambos bandos están grupos como Sajart’s, que intentaron lo primero y sólo consiguieron que pareciera que les habían lanzado a una Humana de cabeza y habían salido por la puerta trasera, después de colisionar con todos los percheros. Con esto me he reído horrores, pero el artículo no iba por ahí.
Cómo: Mal, muy mal. Con instrumentos de broma, guitarras españolas con la legendaria “pastilla eléctrica” adosada para que hiciesen más ruido, utilizando radios como amplificadores y latas de sardinas como baterías. Pero, ¿qué quieren que les diga? Para esto soy un romántico, y creo que cosas así curten el carácter y separan al obsesivo del diletante. Desde luego, no es lo mismo que comprarse una Fender con dinero paterno. No implica la misma dedicación, ¿verdad?
Dónde: En innumerables lugares, desde patios de colegio y concursos católicos a salas de baile y clubs precursores del agro-pop. Entre los últimos, la ilustre Discotheque Mannigan (“The number one of worl”, como reza su anuncio), Joker’s, The Cavern y 007 (sólo música enlatada), Praxis (copia de Bocaccio) o Musicland de Mollerussa. En ésta llegó a actuar el soulmen Arthur Conley, y si no se lo quieren creer no se lo crean.
Qué: En Lleida se tocaron todos los palos, en la sucesión antes mencionada. Joan i Jordi y The Crows parecen ser de nuevo los más avanzados (letras propias, inusuales menciones a los Who o la Tamla Motown), otros imitaron a los Canarios en su evolución hacia el soul agreste (Odin Grup o Lord’s, ambos con sección de viento), otros cientos se quedaron en lo Beatles-Celentano, otros hicieron folk, otros deberían haber sido azotados sólo aparecer (Les Lunettes Noires y Spanish Cachondis Boys, ambos –¿qué si no?- universitarios). Pero merece la pena recalcar que, a causa de la confusión reinante y la hostilidad popular, todos los grupos estuvieron obligados a hacer concesiones. El libro nos muestra el repertorio de un grupo anónimo que mezcla el “Hey Joe” y el “Black Magic Woman” con “Los ejes de mi carreta”, “Zompe zompe” o “El ciruelo”. Y eso no es lo peor. Algunos grupos se veían obligados a hacer –por el mismo precio- pasacalles matinales. Lo que oyen. Cercavilas de charanga por todo el pueblo. Una idea que modestamente propongo se aplique hoy como selección natural a todos los grupos de pop estudiantil; a ver cuantos duran.
Kiko Amat

Quan Lleida era ye-yé; música “moderna” i societat (1960-1975)
Javier de Castro, Àlex Oró i Josep M. Ruiz
Pagès editors, 2005
377 páginas

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia el día 19 de julio de 2006)

Penes arrabiatta

Porno español Un nuevo libro del periodista Jordi Costa nos desvela las interioridades de la industria del cine X nacional

1. Si algun día me cargo a alguien –ganas no me faltan- lo haré en un Sex Shop. Piénsenlo bien: ¿En qué otro lugar del mundo puede alguien preservar su anonimidad de la misma forma? En El arcoiris de la gravedad, Pynchon incluso utilizó la comparación “reflejos de comprador de pornografía” para definir un brusco apartar de mirada; en ningun otro establecimiento, es verdad, tanta gente evita el contacto visual. Recuerdo haber pasado más de quince minutos seguidos en uno (lo visité por razones, ejem, puramente antropológicas) sin que ni una sola persona diera signos de haber percibido mi presencia, pero al tiempo sin que nadie chocara contra mí. Ver a cuarenta murciélago-humanos con sónar pornográfico es algo que no se olvida, se lo juro. Eran como trífidos del libro de Wyndham, sólo que sus sensores detectaban tetas en lugar de carne putrefacta: Bzzzz-buscar-vagina-bzzzz-buscar. En un ambiente así, todo está permitido: bájense los pantalones, defequen en el suelo, cómanse a un bebé. Pero sobretodo, como decía la canción, no miren a los ojos de la gente.

2. El valor de El sexo que habla, el nuevo libro del periodista Jordi Costa, es precisamente que mete los ojos entre los calzones del porno español, en los pliegues ocultos por los ocasionales destellos de glamour que percibimos en programas televisivos, cuando una estrella porno aparece cinco minutos meneando la cigala y todos los tuneador-reponedores suspiran de envidia en sus casas. Leer el libro es talmente como fisgar por la cerradura mientras un montón de tipos en pelotas mueven el culo bajo los focos, y luego seguir mirando cuando al terminar encienden un cigarrillo y se cuentan chismorreos. En un momento les contaré yo algunos, pero antes, un descubrimiento que quiero compartir: las películas porno aún tienen nombres absurdos. ¿Se acuerdan cuando con sus amigos agarraban los anuncios de cines X y se morían de risa con títulos como Vamos a la carga con la cosa que se alarga? Bueno, pues hoy es igual. Mujer madura la busca dura (98), Vivir follando (99), El limbo y los culos según José (99) y Marranas con ganas (04) son algunos filmes recientes. En serio.
El libro de Costa está construido mediante entrevistas a testimonios que tienen que ver de alguna forma con la industria del porno. Hay actores, actrices, productores, periodistas, directores y empresarios. El autor interviene de vez en cuando con reflexiones puntuales, teorizando en el estilo erudito-pop que le caracteriza y enlazando un tema con otro. Debe decirse que Costa sigue en plena forma; tanto cuando define al actor porno como “el Superman hipersexualizado de un Clark Kent postrado en el sofá”, como cuando describe el tugurio al que ha ido a parar como “un extrañísimo local (...) entre el paleo-pub y la rancio-boîte”, su prosa ensayística es siempre incisiva y mordaz. Sin embargo, las joyas de este libro son las declaraciones de los protagonistas. Un nuevo aviso: en el mundo del porno todo el mundo habla raro. Como sucedía con el personaje que interpretaba Lloyd Bridges en la película Hot Shots, cada frase de pornografista viene envuelta en un halo de delirio: “éramos la última mierda del desierto”, “Félix Rodriguez de la Fuente fue el precursor del gonzo” y, en general, cualquier cosa que diga el productor Isi Lucas, ese enajenado Zaratustra de la incongruencia grandilocuente.
El sexo que habla repasa pues la edad de piedra de la industria nacional de la mano del director José María Ponce y la actriz María Bianco, aquella señora más bien feucha que alguien nos define como “la típica mujer de al lado que te viene a pedir la sal con los rulos puestos”. Dicho así ya no suena muy excitante, pero consigue empeorar cuando ella misma admite ser “un desastre” y “cervecera, además”. Avanzando en el tiempo aparecen los clásicos Nacho Vidal, Max Cortés y Toni Ribas, el triunvirato de actores porno ibérico famosos, pero también personajes tragicómicos como Candela (“tenía el problema de los granos en el culo”) o Álex Egea, La Bestia (“trempaba hasta con un grifo” y “era más feo que pegar a un padre” dan una idea clara de su perfil). Hay momentos míticos que marcan un antes y un después, como la aparición de Perras Callejeras (el porno del 97, no la peli que le costó el empleo a la antigua presentadora de Sabadabadá), las guerras contra el emporio Private, los devaneos artie del director Ramiro Lapiedra (que declara, no se rían, estar influenciado por Bataille y Nietzsche) o el capítulo “Un sueño hecho realidad”, donde el fanzinero pasado a actor-director Torbe narra en un soliloquio su ascensión al estrellato y suelta ostras perlíferas como “cada puta es un mundo” o “somos todos iguales, hijos de un mismo Dios”. El Séneca del semen, ya ven.
De una a otra cosa vamos aprendiéndolo todo sobre el X de aquí, a veces sonriendo, a veces con lágrimas, a veces retorciéndonos a risotadas. Porque una cosa parece ser común en el porno peninsular: el candor. Una inocencia de Spinal Tap, descacharrante, aquella que se pronuncia con total convencimiento, sin reparar en el lugar común o la ridiculez. Frases como “todos creíamos en algo”, “quiero explotar mi lado de actor” o la candidez a lo Poderosa Afrodita de la felatriz Laura Brent, que declara que se introdujo en el porno para poder pasar al cine convencional, se pronuncian sin risa nerviosa, sin sonrojo. Al final, es Ponce (una de las mentes más lúcidas del asunto) el que deja claras las cosas al decir: “Seamos realistas: el porno es el porno y está para lo que está”. Y para lo que está, es para masturbarse; lo demás, perdonen la gracia, solo es paja.
Kiko Amat

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia el día 5 de julio de 2006)

Bailando contra el rock

Alehop! y Siesta Dos sellos discográficos de Madrid que eluden de distintas maneras los caminos trillados del rock formal.

Algo horrible sucedió en el rock. Algo vergonzoso, inconfesable como un embarazo adolescente, lo transformó en lo que es hoy. Ese receptáculo de clichés, ese “justificador de viejas concepciones” (como lo llamó Vic Godard), ese charlatán con el alma en bancarrota. Sorprende pensar que el rock, ese actor desilusionado y gaga, desciende en línea directa del rock’n’roll de los cincuenta. Aquel fenómeno que Nik Cohn describió mejor que nadie: sexual, ruidoso, con un ritmo “más grande y alto que mingún ritmo anterior”, crudo, intenso. Aquel sonido, aquellas sacudidas, cuyos mayores artistas -como señalaría el propio Cohn en I am still the greatest says Johnny Angelo- representaban una sola cosa: fuck you.
Sí, algo horrible debió suceder –algún día les contaré mi teoría- para que el rock dejara de ser una música exultante, apasionada, y se transformara en excusa para la auto-indulgencia y el experimento estéril. Porque, como señaló recientemente Tobi Vail (ex-Bikini Kill), al contrario que en la física o la termodinámica, en el rock se experimenta porque sí, sin resultados. A lo burro.
Como habrán adivinado, odio el rock. Me perdonarán que parafrasee a Goering, pero cada vez que oigo que se menciona la palabra echo mano a mi revolver. Peor es aún en nuestro país, donde su ritmo se ha marchitado siempre a mayor velocidad. Y sin embargo, en Madrid -como irreductibles galos, “como un enemigo dentro de una ciudadela que planea destruir” (Ionesco dixit)- unas pocas discográficas combaten su parálisis. Una (Siesta) lo hace eludiendo por completo su influencia. La otra (Alehop!), cambiando radicalmente sus parámetros. Dos sellos para bailar mientras celebramos el fin del rock.

Alehop! nació el 1994 entre Madrid y Villaviciosa de Odón, y fue fundada por Murky, Eva y Olaf (el primero en Grimorio, los dos segundos en Las Solex). Aunque ellos se pasarán por la rabadilla mis definiciones, debo decir que su actitud entre heroica, jocosa e inflamada me recuerda bastante a la de los surrealistas; ambos poseen lo que Iris Murdoch definía como “esa llama vigorosa, escabrosa, histriónica”. Desinteresados por los devaneos de tanto la cultura mayoritaria como el cool homogeneizado, la discográfica exhibe trabajos de grupos como Ulan Bator Trio (autores del inaudito baile “El Caga-Traga”), Soul Bisontes o Capitán Entresijos, aparte de los dos ya mencionados; además, cuentan con un par de recopilatorios titulados La cagarruta sónica y La legaña sinfónica. Como ven, la ética Alehop! se basa a partes iguales en escatología, estramboticidad punk y cabezazos contra la pared.
Les hablaré de dos de sus grupos: Grimorio es un dúo de guitarra y batería paupérrima, sin bajo ni contacto alguno con la mísera ortodoxia rock. Usan xilófonos y acordeones, y a ratos suenan a Satie y otros a surf pillastre, y otros a rock alemán cabaretesco (a lo Faust) y otras a rockabilly manco y Música Dispersa. Su álbum, que les recomiendo, se llama Mis ácaros favoritos. Es bien bailable y raro, como todas las cosas buenas. Las Solex, por otro lado, se autodefinen como “folk-punk espacial”. Dos chicas y dos chicos (tres guitarras y una trompeta-trombón, sin bajo ni batería) practicando un ruido agudo, primitivo y extraño, como garaje punk de ciencia ficción tocado con ventosidades. Son enormemente idiosincrásicos y raros pero –insisto- también se pueden bailar, si bien algo mongólicamente. Olaf, casi lo olvido, es el autor de la mayoría de los carteles de la casa, recientemente editados en Alehop! en carteles, de la editorial Atiza. Olaf, hombre del renacimiento, también se fabrica sus propios pedales de distorsión guitarrera (los llamados doo-rags) mediante latas de conserva y botes de betún.

Siesta nació en 1992, y fue cuna del llamado “Sonido Donosti”. Su germen fueron unos cuantos grupos que cantaban sobre tomar café e ir en bicicleta (no se rían) y cuyas referencias eran diametralmente opuestas a las del rock convencional: chanson francesa, bossanova y pop escocés 80’s, entre otras cosas. Que todo esto desembocara años después en el más aborrecible bobo-pop no es culpa suya; aquella propuesta fue todo un revulsivo para los que siempre despreciamos la dialéctica cuero-moto-carretera-chica-alcohol-hirsutismo del rock troglodita.
Hoy Siesta continúa basándose en los cuatro axiomas que la empujaron a empezar: “sello pequeño, música pop, portadas bonitas e independencia acérrima”. Su inspiración más obvia en sus inicios eran sellos británicos de pop sofisticado como Él o Sarah, a los que plagiaban con empeño y gusto. Al igual que los mejores magnates del pop de los sesenta, sus responsables hablan en términos de negocio y show business, si bien con un deslumbrante y harto creíble encerado de izquierdismo gentil; yo siempre me los imagino con chaqueta cruzada azul marino y botones dorados, gorra de patrón de barco y un gin-fizz soldado a la mano. El hedonismo de jet set holgazana que inspira a sus responsables se repite también en sus grupos de siempre: Daily Planet, los exportables La Buena Vida y Edwin Moses por el lado ibérico, o Free Design, Beaumont o los injustamente olvidados Holiday y Red Sleeping Beauty (mis superéxitos del verano del 96) por el foráneo. Pero lo mejor del caso es que, cuando los grupos a la altura escasean, en Siesta se los inventan mezclando alquímicamente unos cuantos músicos y cantantes, y plantificándoles luego una biografía y un nombre elegantes. Ustedes dirán: vaya jeta. Y yo les diré: una idea sublime, que en el pasado ha dado excelentes resultados. ¿Pop Frankenstein orquestado por anarquistas de champán? A mí me suena bien.
Kiko Amat

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia el día 28 de junio de 2006)

Magia aerea

Una llista de les cançons que vaig punxar el dijous passat 17 de agost al Magic in The Air Club.

DEXYS Dance stance
JOHNNY BRITTON The one that got away
THE JUNE BRIDES Sunday to saturday
MAKIN' TIME Feels like it's love
THE CHILLS Heavenly pop hit
THE LOFT Up the hill and down the slope
THE SAINTS Everything's fine
OUTSIDERS Touch
THE KING OF LUXEMBOURG Liar liar
TINA HARVEY Nowhere to run
McCARTHY Keep an open mind or else
THE UNDERTONES It's going to happen!
CLAUDE FRANÇOIS Reste
THE AMERICAN BREED Train on a one-track mind
THE STYLE COUNCIL Walls come tumbling down!
DELTA 5 Anticipation
THE BEAT Hands off... She's mine
NAZZ Forget all about it
WIMPLE WINCH Save my soul
PUGH Love, love, love
RED SLEEPING BEAUTY Stupid boy
JULIAN COPE World shut your mouth
BIFF BANG POW! There must be a better life
BELLE AND SEBASTIAN Dirty dream number 2
NOLAN PORTER If I could only be sure

El proper Hungry Beat, val la pena avisar amb temps, serà el 27 d'octubre, al Casal de Joves de l'Eixample si res falla. Potser, i vencent la nostra natural reticència, tocarà algun grup i tot.
Mireu què us dic.
Kiko Amat

1 d’ag. 2006

el Sr. Grizzly

Había una vez un hombre llamado Timothy Treadwell. Llevó una vida de moral desviada hasta que en unas vacaciones en Alaska descubre a los osos pardos y se enamora de ellos. A partir de entonces se transforma en un "eco-warrior" con peinado de Príncipe Valiente que convive durante 13 temporadas con esos osos salvajes hasta que se lo comen. Sí, se lo comen como ud. se come un kebab. Ñam, ñam. El Sr. Treadwell había grabado gran parte de los últimos 5 veranos, documentando esa vida de sacrificio y reclusión, para poder luego ir por las escuelas e institutos divulgando el respeto y la defensa de esos osos y su gran amor por ellos.
Allí esta todo grabado. Todo. Imaginad la alegría de otro conocido nuestro, Werner Herzog, cuando encuentra todo este material y decide hacer un documental sobre ello. Horas y horas de un impresionante y brillante "footage" grabado por un tio simpático, talentoso y demenciado a la vez y pasado por el filtro de un cineasta igual de talentoso y demenciado. Un regalo total, para Herzog, para los espectadores y para cualquiera que sepa apreciar una buena historia que, aunque parezca más un cuento para niños, con su final trágico y todo, es una historia real, reciente y, lo más importante de todo, maravillosa.
Creo (y espero) que aún está en cartel en el Verdi Park. No se la pierdan ustedes.

22 de juny 2006

Vanguardismo a 33 rpm

Vinilo Una exposición en el Macba explora la relación de las vanguardias artísticas con el sonido y las portadas de LP.

Mi boina
Es gigantesca, negra y tapa la luz del sol. Mi boina -acabo de descubrir que siempre ha estado ahí arriba, en mi cráneo- se materializa en el Macba, cuando veo que la exposición que he estado insistiendo para cubrir no es la que yo he estado insistiendo para cubrir. Sorpresa: ni portadas de Reid Miles para Blue Note, ni los EPs franceses de los Small Faces, ni el “hágalo-usted-mismo” del punk y post-punk inglés, ni el enrevesado arte de la psicodelia inglesa, ni el simpático ruralismo de los LPs de reggae sixties, ni el primer hardcore americano, ni ninguna de estas cosas. Vinil se centra en discos de vinilo “colonizados” por artistas de vanguardia. La especialización de la colección privada de su comisario, Guy Schaert, crea un tamiz temático que excluye de la exposición otro tipo de portadas. Por consiguiente: Boinas fuera.

Las vanguardias
Para explicar Vinil hay que entender la forma en que los movimientos artísticos de vanguardia del s.XX exploraron el universo sonoro como nueva vía de creación. Desde los dadaístas utilizando la voz (Hausmann, Schwitters, Hugo Ball... todos dando alaridos), pasando por los formalistas rusos, los futuristas italianos y su arte del ruido, hasta llegar a Fluxus, la Bauhaus, el grupo CoBrA, los letristas y la poesía sonora, vemos como artistas plásticos politizados y de bastante mala leche se introducen en la expresión sonora como medio de experimentación y comunicación con la audiencia. Gritan, rompen, rasgan o –como es el caso del listo de John Cage y su famosa pieza de silencio total de 1952, 4’33’’- se callan como putas.
Así, Vinil mezcla por un lado los experimentos sonoros que todos estos artistas realizaron con afán de crear una nueva música, y por el otro nos muestra el resultado gráfico de utilizar el soporte de aquellos experimentos como medio de expresión. De lo primero encontramos ejemplos visuales como un video de Ben (Vautier) interpretando tres piezas Fluxus, una de las cuales muestra al artista elevando con irritante lentitud un violín para luego destrozarlo de un golpe; la propuesta del propio Ben de que poner un disco de 45 rpm a 78 rpm “est una création musicale”; el también Fluxus Nam June Paik diseñando objetos para hacer ruiditos (como su escultura sonora Schallplatten-Schaschlick de 1962, hecha con álbumes); Milan Knizák cortando distintos discos de vinilo y pegándolos entre ellos indistintamente en su Destroyed Music, etc. Dado que la mayoría de estos artistas pertenecen al grupo Fluxus, voy a permitirme graciosamente un inciso explicativo-demoledor.
El grupo Fluxus fue fundado en 1962 por George Maciunas. Su idea era "democratizar el arte”, y uno de los medios eran partituras extremadamente simples que todo el mundo fuese capaz de reproducir. Un ejemplo claro es Instruction de George Brecht, que suena así: “Pon la radio. Al primer sonido, apágala”. Muy bonito. Desgraciadamente, esto no es democratizar el arte; es hacer el zángano. Como diría Stewart Home, a la vez que todo el mundo puede tocar esas partituras, uno se pregunta qué clase de botarate querría hacerlo. Apagar radios o levantar teléfonos (Three telephone events, del mismo autor) no son acciones que le llenen a uno de gozo, no. Según Home “a la vez que los estetas burgueses (...) pueden apreciar tal gesto, un proletario consideraría que realizar esa acción es ridículo. Así, por una parte las partituras Fluxus invitan a la participación, pero la tradición intelectual de la que surgen esas actividades las hace ajenas al gusto popular, impidiendo inevitablemente esa participación”. Fin del inciso.
En 1935 la aparición del formato de 33 rpm provoca que empiece a utilizarse el espacio de portada –que en los discos de 78 rpm llevaba solo el nombre del sello y el troquelado para la galleta interior- como vehículo para ilustraciones. El resto de la exposición nos muestra el intrigante arte que surge de esa invasión del espacio por las vanguardias. En Vinil hay cientos de ejemplos, siempre respetando la mencionada acotación cronológica y estilística: de Fluxus (el lúdico Filliou, Joseph Beuys) a la poesía sonora, beats, dial-a-poem, música industrial a destajo (Laibach, Vivenza), experimentos con percusión, Satie y Miró, entre muchos otros, algunos sobrios y elegantes, otros faltones y angulares. Una sección vital muestra las colaboraciones de destacados artistas plásticos con músicos de rock: Warhol para la Velvet Underground –el platanito pelable del primer disco, o el White light/White heat- el “I cry for you” de Lichtenstein para Bobby “O”, Peter Blake y el Sgt. Peppers de los Beatles, ya saben. De ellos, el premio de pestilencia se lo llevan las portadas de Warhol para Aretha Franklin, Lennon o Bosé (además, vaya tres discos inmundos) y la de Paolozzi y Alan Jones para el Red Rose Speedway de los Wings. Ah, y el fétido Face Dances de Blake para los Who. En la esquina completamente opuesta, la de la belleza beligerante, están las portadas de Raymond Pettibon para Black Flag o Sonic Youth, las de Kraftwerk, las de los Residents o las de Glenn Branca. En general, un viaje enriquecedor al arte de cubierta de la música avanzada y los experimentos con cosas que hacen bip-bip.

¿Y aquí?
Aquí bien, gracias. Una de las partes más fascinantes de la exposición es la sección L’ambit espanyol, comisionada por el veterano experimentalista barcelonés Victor Nubla (ex-Macromassa) en que se muestran los devaneos de la cultura gráfica hispana con el arte de portada. Están de nuevo todos los industriales y experimentadores (Esplendor Geométrico, Vagina Dentata Organ), las míticas cubiertas de los progresivos (Ia & Batiste, Màquina!, el hermoso single de Concèntric Miniaturas, el desplegable Barcelona Postal de Sisa), la Guillermina Motta pop de Enric Sió, el Equipo Crónica trabajando para Ovidi Montllor y, aunque poco punk, sí hay bastante nueva ola. Los dibujantes de cómic abundan: Gallardo firma el legendario single de Paraíso, Mariscal el Fiesta Independiente del sello Flor y Nata, Mauro Entrialgo ilustra para Munster, Ceesepe dibuja para Ketama... Un inmenso placer visual, como ven. El rincón destacado de esta parte lo ocupa el célebre Lou Reed-Nazario-gate. El cantante neoyorquino se apropió de una ilustración del dibujante barcelonés –sustituyendo su nombre por “Brent Bailer”- para la portada del directo Take no prisoners de 1979, creyendo sin duda que nadie en nuestro desierto cultural vería el LP de marras. Pero triunfó el bien, no sufran: Bastantes años después (en el 2000, para ser exactos) Nazario conseguiría cobrar una respetable suma a modo de indemnización por el hurto.
Kiko Amat

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia el día 14 de junio de 2006)

14 de juny 2006

Lo sencillo es mejor

Cómic El dibujante barcelonés Juanjo Sáez ejemplifica en El arte su visión del mismo mediante conversaciones imaginarias con su madre

‘Honestidad’ es tal vez el adjetivo menos preciado en crítica. Quizás porque, a la hora de juzgar la creación, muchos lo ven como un valor sin valor, algo que no es inherente al proceso. Empecemos pues por afirmar que honestidad y sinceridad son los pilares de la creación útil. Escuchen sino esto: “(Jonathan Richman & The Modern Lovers) glorificaban el amor verdadero, la sinceridad, la pasión (...) Se burlaban de la insensibilidad y poca sinceridad, la auto-indulgencia y el materialismo”. Lo dijo Tim Mitchell en la biografía del grupo. Y uno, como atrapado en una novela de piratas, sólo puede contestar: “Pero, ¡que me aspen si ése no es Juanjo Sáez!”.

Sáez, es cierto, tal vez sea el dibujante más honesto del mundo. Es un rasgo que comparte con Richman, un músico que imagino debe encantarle. Su obra hasta el día de hoy (tanto su antiguo fanzine, Círculo primigenio, como su previo libro Viviendo del cuento, así como viñetas para Rockdelux o El Periódico) es una a veces emocionante, a veces entrañable, oda a la honestidad. Y si en anteriores trabajos el dibujante se concentraba en el mundo de los clubes o el indie, ahora da un firme paso adelante y se pronuncia en El arte sobre la creación, la expresividad, las escuelas y otras cosas artísticas. Las opiniones de Sáez, sin ponzoña ni ego, surgen del mismo atributo que distingue su trabajo: Honestidad. La palabra va a salir en esta crítica dos veces más, por lo menos.

En el libro, Juanjo Sáez -punk involuntario- ilustra mediante conversaciones imaginarias con su madre (su amor filial, tan uncool para algunos, es una nueva prueba de honestidad) opiniones ovacionables como “Lo sencillo es mejor” o “El arte es un tesoro que nos han robado” (el dibujo muestra a varias sórdidas siluetas rodeando un cofre, y añade: “Sólo los “intelectuales” pueden disfrutar del tesoro. La élite de la cultura”). El dibujante –que rechaza ser “artista”- confía en la intuición más que en lo aprendido. No huye de la ridiculez que todos poseemos; Sáez es s-i-n-c-e-r-o, incluso si eso le hace quedar mal. Glorifica su poca pericia (nunca pone caras a sus personajes, por ejemplo, porque admite que no le salen bien), pero a la vez manifiesta “querer ser cada día mejor”. Geoff Dyer, hablando de Charles Mingus, dijo: “Quería que la música fuese (...) una comida devorada por un hambriento, algo tan inmediato e instintivo, tan necesario como eso”. Lo mismo se desprende de El arte; el intento de realizar un arte útil, bello, comprensible por todos, honesto.

Los peros del libro no son tales. Ya en el prólogo se nos advierte de que no debe tratar de leerse El arte como un libro teórico, y que está lleno de contradicciones. En efecto, lo está. A pesar de reivindicar un arte real, usable, Sáez elogia a auténticos arrimalasardinas del medio que por lógica debería detestar. Por un lado odia a la elitista intelectualidad burguesa y por el otro mistifica el Guggenheim; cuando, es obvio, lo segundo es una herramienta de lo primero. Es como si, para él, la vanguardia no hubiese existido jamás. Los análisis anti-arte, desde Morris o los situacionistas a neoistas y Fluxus, brillan por su ausencia. Y ¿saben qué? Da un poco igual. Al admitir ese embrollo inherente en todo hombre, Sáez acepta su fragilidad y humanidad. Ése es su mayor valor y la razón por la que El arte es una gran obra. En contra de lo formal y la horseshit de la alta cultura, Sáez ha construido un manifiesto a la honestidad por encima de todo. Y es, créanme, estupendo.
Kiko Amat

(Artículo publicado previamente el 7 de junio del 2006 en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia)

El arte; Conversaciones imaginarias con mi madre
Juanjo Sáez
Reservoir Books
263 páginas

La casa de la bomba

Stuart Christie. El anarquista escocés fue acusado, con diez años de diferencia, de intentar asesinar a Franco y pertenecer al grupo armado Angry Brigade.

1. Terrorismo. Qué palabra tan fea, sinónima hoy de islamistas en chándales de lycra multicolor y milicianos redneck-nazis envueltos en camuflaje verduzco. Qué lejos esteticamente está ya de la época en que la lucha armada no sólo era plenamente defendible, sino incluso cool. Recuerden a aquel Andreas Baader empeñado en hacer instrucción militar en tejanos negros estrechos y botines, recuerden esas fotos de la RAF (o Baader-Meinhof) en que parecen más la Velvet Underground descansando en la Factory que un grupo de dinamiteros clandestinos y, cómo no, acuérdense de los cardigans italianos y las gafas negras de los Black Panthers. Que buena pinta tenían todos.
Y no sólo eso. Por añadidura, algunos de sus objetivos eran loables y lógicos; no se me escandalicen. Habiendo rechazado el pacifismo como calle sin salida en la eliminación de la autocracia, algunos de ellos parecían haber llegado a la misma conclusión que ese ilustre abogado de la violencia-si-es-por-las-razones-correctas que era Günter Anders: “No hay que vacilar en eliminar a aquellos seres que por su escasa fantasía o estupidez emocional no se detienen ante la mutilación de la vida y la muerte de la humanidad”. En el fondo, como los artífices del webzine La Patata de la Libertad defienden, se trata de “sistematizar Fuenteovejuna”. Porque los dictadores y tiranos, por definición, no abandonan el puesto por su propio pie; a veces, como demuestra la historia, hay que convencerles con un ligero empujoncito. ¿Aún no están de acuerdo? Pondré otro ejemplo para los pacifistas recalcitrantes: ¿Y si se hubiera tratado de matar a Franco? Ah. Ya me parecía a mí.

2. Las espeluznantes cifras de muertos y represaliados por el Franquismo que Xavier Montanyà exhibía en su artículo sobre la transición publicado en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia hace algunos meses son ciertas. Y lo que es peor, muchas de ellas se podían haber evitado haciendo volar al enano pellejudo con un trampolín de TNT; miles y miles de personas hubiesen aprobado la ejecución sumarísima del carnicero gallego, y a nadie se le hubiese ocurrido llamarla “ciego terrorismo”.
Lo mejor del caso es que esa acción estuvo a punto de suceder. Como el anarquista escocés Stuart Christie ha desvelado recientemente en su libro Franco me hizo terrorista (Temas de Hoy), el 11 de agosto de 1964 fue abortado un atentado contra el dictador en el que debía participar el propio autor. De hecho, Christie (que, por la época y la procedencia, se parecía más al bajista de los Who que a un activista libertario) debía encargarse tan solo del transporte de los explosivos, que debían ser entregados a un contacto junto a una carta con los detalles de la operación. El atentado había sido preparado por Defensa Interior (DI), un grupo armado afín a la Federación Ibérica de las Juventudes Libertarias que contaba en sus miembros con gente de la CNT, FAI y el MLE. Entre sus filas estaban gente tan admirable como Laureano Cerrada (famoso por haber intentado bombardear el yate de Franco en 1948), Octavio Alberola, José Pascual palacios (el Public Enemy Nº1 de la dictadura) y otros insignes anarco-guerrilleros con los genitales bien colocados.
Por desgracia, la operación se desarrolló con esa tendencia a la chapuza (fruto de la buena fé) que parece ser característica de las organizaciones anarquistas. A Stuart Christie le detuvieron recogiendo la carta en la oficina de American Express en Madrid, y el atentado se vino abajo. Nuestro simpatico escocés pasaría en las cárceles españolas hasta 1967, fecha en que fue indultado por puro interés político, pues Gibraltar empezaba a ser la nueva patata caliente del régimen. Al poco tiempo, la vieja guardia de la CNT/FIJL (Federica Montseny y Germinal Esgleas, entre otros) cometió el garrafal error de condenar la lucha armada contra Franco, y Defensa Interior desaparecía como grupo. Un nuevo error de la cobardica izquierda burocrática que ibamos a pagar todos con siete años más de Franquismo, amigos.

3. Pero ni la historia de Stuart Christie ni la de Defensa Interior terminan aquí. En agosto de 1967, la embajada americana en Londres fue ametrallada por un grupo conocido como Grupo 1º de Mayo, vinculado al Movimento de Solidaridad Internacional Revolucionaria (heredero del Consejo Ibérico de Liberación que puso las bases de DI en 1962). A Stuart Christie, que parecía poseido por un olfato invencible para meterse en berenjenales, no se le relacionó con estas acciones, pero sí con las posteriores de la Angry Brigade. Éstos, definidos por un periodista como “una mezcla de desilusión inglesa, situacionismo francés, anarquismo español y explosivos” habían lanzado su primer comunicado en agosto de 1970. Con un nombre que evocaba tanto a los enragés del 68 como a las brigadas anarquistas del 39 y los angry young men británicos, la Angry Brigade se convirtió en el grupo terrorista favorito de muchos. Rechazaban los coches bomba y los atentados sumarísimos, prefiriendo concentrarse en una destrucción de propiedad privada de clara influencia situacionista, y que abarcaba desde las embajadas de la España franquista a boutiques, casas de ministros, bancos, etc.
Así, el cenizo de Christie se las arregló para estar de visita -intentando vender su revista Black Flag- en casa de los que pasarían a ser denominados “Stoke Newington 8” (los 8 detenidos por pertenencia a la AB) en plena redada de la Special Branch. Un timing perfecto, como ven, que ocasionaría su detención y posterior liberación en 1972, cuando se demostró que la policía inglesa había plantado detonadores en su coche para inculparle. Muchos se preguntan aún si el caso de Christie no sería el mismo que el de muchos otros acusados por crímenes parecidos; en Inglaterra o en otros países más al sur.
Kiko Amat

(Artículo inédito de noviembre del 2005)

30 de maig 2006

Intríngulis técnicos hu hu

Algunas personas se nos habían quejado de que el PDF de la última L.E.M. daba problemas en algunos PCs (en los Macs siempre ha parecido ir bien). Se ve que no visualizaban bien algunas páginas y que no permitía ser impreso. O algo. No tenemos ni zorra del porqué.
Pero un señor muy amable, al que llamaré CSS1000, nos dice lo siguiente: " Hola
acabo de comprobar que con la última versión de Acrobat reader 7.07 se lee el PDF correctamente y deja imprimirlo... por si a alguien más le surje el mismo problema era un problema de actualización . salut"
Pues eso.
Gracias amigo robótico CSS1000.

19 de maig 2006

Mi vida con Pol

Un link a un artículo mío, "Mi vida con Pol". Una petición original de la revista y colectivo Ladinamo de Madrid, que quisieron ver ampliado el fragmento de un artículo de La Vanguardia donde mencionaba mi vida en la tienda de discos londinense Reckless al lado de mi jefe; el huno, borracho y orate Pol Malone.

http://www.ladinamo.org/ldnm/articulo.php?numero=21&id=539

Kiko Amat

Pinchaje Cabaret 18 de mayo de 2006

Los discos que puse (sin Hungry Beat, esta vez), antes, en medio y después del (muy gran) concierto de Epic kind y The Light Brigade el jueves 18 de mayo en Sidecar. Empiezan tradicionalmente el set Dexys y lo termina, como es menester, Sammy Davis Jr.

DEXYS · One of those things
WEEKEND · Drum beat for baby
THE BEAT · All out to get you
JOYCE · Aldeia de Ogum
THE CARPENTERS · All I can do
DAVID BLUE · It tastes like candy
ZUMPANO · Some sun
MARCOS VALLE · Nem paletó, nem gravata
THE LILAC TIME · Work for the weekend
PHIL OCHS · Pretty smart on my part
PYLON · Weather radio
THE THREE O’CLOCK · With a cantaloupe girlfriend
THE ORCHIDS · Defy the law
DIE SACHE · Long distance call
THE BONGOS · Glow in the dark
TYRONE DAVIS · Can I change my mind
HURRAH! · This boy
ROBYN HITCHCOCK & THE EGYPTIANS · Only the stones remain
CLAUDE FRANÇOIS · Reste
CAMPER VAN BEETHOVEN · Ice cream every day
PEZBAND · On and on
FELT · Grey streets
TELEPHONE · Fait divers
PUGH · Love, love, love
THE DUMMIES · When the lights are out
THE LOFT · Up the hill and down the slope
OXFORD COLLAPSE · Proofreading
BOBBY PATTERSON · Everything good to you (Don’t have to be good for you)
THE CHILLS · Heavenly pop hit
DANNY HUNT · What’s happening to our love affair
THE POP GROUP · Rob a bank
LACK OF KNOWLEDGE · The uninvited
BIG FLAME · Why popstars can’t dance
JEAN WELLS · Try me and see
BOOTS FOR DANCING · Boots for dancing
THE JONES GIRLS · Let’s celebrate (Sittin’ on top of the world)
SAMMY DAVIS Jr. · Up, up and away

Kiko Amat

10 de maig 2006

La Escuela Moderna #2

Acabamos de colgar el último número de La Escuels Moderna en este humilde blog, así que ya os lo podeis imprimir y llevarlo al lavabo que (ya lo sabemos) es donde lo soleis leer habitualmente.
No tenemos más que añadir. A continuación, un resumen de los contenidos extraído de mi propia intro:

"En esta entrega de La Escuela Moderna tenemos más artículos de los que estar orgullosos que nunca. Nada de tendencias, ni críticas de discos mierdosos y banales. Nosotros y nuestra camarilla de colaboradores no-Universitarios (los que lo han sido se están deshaciendo a marchas forzadas de las mondas de patata y raspas de sardina culturales que les metieron en el cerebro) os ofrecemos esta vez lo siguiente: De primero encontraréis la 3ª parte (pero no última) de “Cosas que empiezan con O”, que esta vez trata de Vic Godard y los Subway Sect y de Kevin Rowland y Dexy’s Midnight Runners. El ya habitual David Feck, después del par de conciertos estupendos que Comet Gain nos regalaron, nos ofrece desde su retiro “fgansés” un buen (¡interesante!) artículo sobre psicodelia proletaria de los 80’s. Sí, lo habeis oído bien.
Por su parte, Carlos de La Patata de la Libertad nos lanza esta vez una perorata inspiradísima contra nuestro más odiado enemigo: el maldito trabajo. Yo, por mi parte, me he esforzado durante todos estos meses para conseguir extraerle el jugo a esa “tumultuosa horda simiesca de campesinos iracundos que golpeaban y aplastaban las flores de hierro donde libaban las abejas del progreso” llamados Luditas. ¿Qué más? Ah, si. Kiko, aparte de seguir con sus cosas con O, nos ha seleccionado un interesantísimo artículo de Hakim Bey sobre las sociedades secretas chinas llamadas Tongs y ha sacado brillo a su pasado y a sus “Años del Frescor”. Tengo que decir que yo también los recuerdo, los míos y los suyos, cuando él llegaba a casa llorando después de unos días de pura felicidad porque creía que nada podía superar aquello que había vivido.
Manolo Martínez (de fama mundial con Astrud) nos cuenta los entresijos del mundo del Márquetin vistos desde el prisma de un hombre que ha estado allí y ha visto el horror… el horror…, en un artículo que os pondrá los pelos del cogote como escarpias. Y cómo colofón, nuestro amigo Dale Shaw nos cuenta sus anéscdotas preferidas de la vida y obra del director alemán Werner Herzog.
Aparte, como veréis, estamos intentando superar el record mundial de citas de Kurt Vonnegut en un solo número de fanzine. Y para el siguiente número prometemos artículo sobre él, uno de los pocos bigotudos que respetamos. Hasta pronto.


Uri Amat, 10 d’ Abril del 2006

8 de maig 2006

El Esnop retratado

Snobismo rock El esnop –o esnob del pop- vive una dolorosa existencia de acumulación de información rara y notas musicales inauditas


1. ‘No lo soy’, les dirá. Da igual que chillen. El esnob del pop (o esnop) nunca admite padecer su peculiar patología. Y sin embargo, mediante un curioso efecto de refracción dialectal, cuánto más trata el paciente de negar su snobismo pop, más lo parece. Es un caso parecido a negar que has bebido y que cada palabra despida una nueva molécula de aliento etílico. Más hablas, menos convences. Es la cinta de Moebius en discusión, la Trampa 22 de los esnops; sólo pueden ganar perdiendo. Imagino que la única forma útil de refutar la acusación es hacer el abecedario eructando, o bizquear mientras se rascan el culo.

2. Pero, ¿qué es un esnop?, se preguntarán. ¿Se mueven en jaurías? ¿Cómo se aparean? (a esto puedo contestarles yo mismo: generalmente no se aparean en absoluto). Verán, el esnop sufre de lo que Jonathan Lethem llama “esa fiebre empollona por la autenticidad”. En su hábitat natural, y si discuten con él de pop-ología, podrán observar cómo éste practica el salto de pértiga sobre los gustos de sus interlocutores, el superar por superar porque puede. Lo que Richard Barnes describe en su libro Mods! como “topping up”; literalmente, recargar, suplementar. Echar en la taza de conocimiento del contrincante unos centímetros más, más antiguo, más raro, más ruidoso, más esotérico. Y más irritante, me atrevería a añadir.

3. Los autores del The Rock Snob’s dictionary (subtitulado “Un léxico esencial del saber rockológico”) les contarán mejor que yo los síntomas de este risible transtorno. Ya en la portada describen al esnop como “el tipo de connoisseur del pop para el cual el disfrute real de la música es sólo guarnición de la acumulación de conocimiento arcano sobre la misma”. Su prólogo los describe como el que describiría a un depredador peligroso, desde la postura violenta hacia los que desconocen a determinados artistas hasta la incapacidad de aceptar que alguien conozca un sólo detalle que el esnob del pop ignora. Los autores David Kamp y Steven Daly -el segundo, irónicamente, ex-miembro de un grupo reverenciado por los esnops, Orange Juice- saben de qué hablan, y uno se da cuenta de que la única manera de haber escrito el diccionario es en primera persona. Sólo alguien sumergido hasta las amígdalas en sabiduría pop podría saber qué es y como funciona un órgano Hammond modelo B-3; qué significan definiciones como lo-fi, dub plate, tropicalia o roots; por qué ninguna vida vale nada sin Jimmy Webb, Laura Nyro, David Axelrod o el rocksteady. Qué mareo, por Dios; que alguien me acerque una Biodramina.
A pesar de todo, la verdadera bengala señalizadora que marca al esnop no es conocer lo que sale en el libro, claro. Lo peor es haber subrayado los errores y haber redactado una lista en las páginas de cortesía con muchos de los nombres que faltan. Al darse uno cuenta de que acaba de hacer eso, la imagen es la misma que cuando, en las películas, el vampiro (o hombre lobo, o bodysnatcher) descubre su condición por vez primera: una mueca de horror, un “soy uno de ellos”, que crioniza la sangre. No se lo deseo ni a mis peores enemigos.

4. Pero mal de muchos... ya saben. Como el mismo diccionario señala, varias figuras de las artes merecerían el epíteto de esnop. El grupo de hip hop Beastie Boys, por ejemplo, sería uno. La enorme lagarta e inmunda actriz Courtney Love también, dudosamente. Nick Hornby, Elvis Costello, David Chase (el creador de Los Sopranos) y Martin Scorsese se han ganado el adjetivo a pulso. Incomprensiblemente, en la lista falta Wes Anderson, posiblemente el super-esnop cinematográfico actual. Los autores del diccionario deben haber olvidado que Academia Rushmore empezaba con los acordes de “Making time”, del catacúmbico grupo mod de los sesenta The Creation. Si eso no es ser esnop, señores, nada lo es.
El libro, siempre voluntarioso, también nos señala quienes son “los padrinos” (del punk, por ejemplo: Richard Hell, MC5, los Monks, New York Dolls, la Velvet Underground), la correcta nomenclatura del esnop (Bob Dylan siempre ha de ser llamado “Zimmy”, Iggy Pop “Jim”, Maureen Tucker “Mo”...), la lista del quinto Beatle (de Brian Epstein a Klaus Voorman) y una guía para evitar confusiones (Nick Kent no es Nik Cohn, Soft Machine no son los Soft Boys). Todo bien afilado.

5. Pese a los ejemplos nombrados antes, sin embargo, la intersección entre submundo esnop y cultura mayoritaria no es frecuente. Por eso las dos últimas y más importantes apariciones ficcionalizadas de la figura del esnop en Hollywood han sido aplaudidas como si fuesen la primera filmación del Yeti. Una, seguro que lo recuerdan, fue el Seymour que interpretaba Steve Buscemi en Ghost World; aquel infraser masturbatorio que cogía los discos con guantes, sólo escuchaba blues del delta en discos de grafito de 78 rpm y catalogaba la condición de éstos mediante términos de laboratorio como Mint o Near Mint. El otro, me duele decirlo, era el Rob Gordon de Alta Fidelidad. Aquel siempre electrocutable John Cusack en chaqueta de cuero holgada, reorganizando su colección cada vez que sufría un batacazo sentimental y teorizando sobre discos en un tono progromático que recordaba vagamente a los discursos de Nuremberg. Ambos eran, como siempre sucede con Hollywood, burdas simplificaciones, personajes planos y clicheados que reunían inimaginativamente todos los tics horrendos que la mayoría silenciosa atribuye al esnob del pop. Nada que ver con la realidad. Puro prejuicio. Lo único que me escama de todo esto es por qué en ambas ocasiones mi anaranjada acompañante celebró sus apariciones con un sonoro, carcajeador y señalatorio: “¡Mira, eres tú!”
Kiko Amat

(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia el día 3 de mayo del 2006)